Logan es, oficialmente, el capítulo 10 de la saga cinematográfica de X-Men. El capítulo final, por cierto. Y es una revolución en lo que se refiere a películas de súper héroes.
Tomando como template los westerns de John Ford, Sergio Leone y hasta de Sam Peckinpah, el director James Mangold logra refrescar el genero de los súper héroes que cada vez pierde novedad y creatividad proporcionalmente a como gana dinero.
La película, ciertamente no es una obra de arte que marcará nuestras vidas ni menos un acabado estudio del personaje de Logan; es un clásico Hollywood blockbuster disfrazado de drama adulto. Y no lo digo como algo negativo: Si algo hay que agradecerle a Logan es haber devuelto el lenguaje cinematográfico clásico al cine popular. De presentarlo a las nuevas generaciones.
Al igual que Deadpool, Logan está catalogada para adultos pero a diferencia del vehículo de Ryan Reynolds, el capítulo final de las aventuras de Wolverine aprovecha su calificación mas que para mostrar escenas sangrientas y desnudos gratuitos; Mangold utiliza un lenguaje y un ritmo adulto. Se da el lujo de mostrarnos espaciosas escenas de conversación en que los personajes se desarrollan y comparten alrededor de una mesa. Eso ayuda a que el drama que viven le llegue al espectador y le afecte cuando el imparable desenlace llegue finalmente.
Pero no teman: Hay muchas escenas de acción para compensar.
Logan es la prueba de que el genero de súper héroes puede ampliarse y mezclarse con otros géneros y romper los estándares a los que estamos mal acostumbrados. El genero de súper héroes puede refrescarse. Nos guste o no.
-Pedro Pizarro R.
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