Personalmente, me intrigan las películas que se imponen dificultades narrativas. De inmediato uno sabe que se enfrentará a algo distinto, a algo nuevo. A algo que Hollywood necesita.
Luego de la encantadora Okja, Netflix nos presenta «El Juego de Gerald». Basada en una novela de Stephen King considerada hasta ahora «infilmable» y dirigida por Mike Flanagan, es la historia de Jessi, quien junto a su marido Gerald deciden pasar un fin de semana romántico en una lejana y solitaria cabaña. En un intento por reavivar su vida sexual, Jessi es esposada a la cama matrimonial por Gerald quien, sorpresivamente, sufre un paro cardíaco cayendo muerto sobre su mujer. Al verse imposibilitada de escapar, Jessi entra en un estado psicótico que la llevará por un viaje devastador a los rincones mas oscuros de su vida.
Con un increíble diseño de producción minimalista, excelentes actuaciones y un muy buen guión, esta película logra esposarte a tu asiento, obligándote a experimentar junto con Jessi su descenso hacia la locura; es de esas películas tan devastadoras que uno no quiere repetirse. La protagonista no debe enfrentarse a un monstruo o un fantasma, debe enfrentarse a ella misma y es impresionante como el director logra transmitir eso en una película que transcurre en una sola habitación y con su personaje principal inmovilizado.
«El Juego de Gerald» no es como «127 Horas» en la que el tema es la fuerza proveniente del espíritu. Esta no es una película de superación física sino espiritual. Las esposas de Jessi no se comparan con las aprehensiones que ella misma se ha impuesto durante su vida. Hasta podríamos decir que este film es una película feminista en el sentido en que trata de una mujer liberándose de las ataduras sociales impuestas sobre ella durante siglos.
El trabajo de cámara es especialmente notable en el sentido que explora cada centímetro de la habitación para mostrarnos siempre un punto de vista distinto; los planos no se repiten, hay jump cuts con propósitos narrativos que funcionan muy bien, y el uso del color, aunque no siempre sutil, es muy bello. El sonido es utilizado con maestría para separar la realidad de las alucinaciones y para resaltar el terror creciente en Jessi. Técnicamente la película utiliza recursos clásicos para desarrollar el suspenso sin caer en los artilugios de siempre utilizados en el género.
Esta arriesgada apuesta de Netflix ha resultado ganadora; muchos ya la consideran una de las mejores películas del año. Yo estoy entre esos. El Juego de Gerald es una prueba mas de que el cine no necesita presupuestos inmensos para cautivar. La imaginación y la creatividad es todo.
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