Cuando pensamos en el rodeo ¿Qué cosas se nos vienen a la mente? ¿Orgullo? ¿Respeto? ¿Rechazo? Estas palabras parecen estar muy en boga últimamente, sobre todo cuando sacamos a la palestra nuestra chilenidad y nuestras tradiciones. Yo creo que hay que detenerse en que cosas realmente nos distinguen como chilenas y chilenos, y en este sentido, ver qué actividades y herencias nos han dejado nuestros antepasados que pueden ser totalmente replicables en el Chile del siglo XXI.
En la encuesta CADEM del 2015 sobre “estudio de Chilenidad” sobre identificación en actividades típicas chilena, llama la atención la poco representatividad que tiene el rodeo para la gente, siendo la bandera chilena con un 85% de representatividad y el rodeo (en el último lugar) con un 20% de representatividad.
Partiendo de la base que esa representatividad se da en sectores más cercanos al centro y sur del país, hay que preguntarnos además ¿qué tan necesario es seguir manteniéndola como herencia?, ya que también hay algunas tradiciones centenarias que se siguen manteniendo a pesar de tener una baja representatividad.
Analizando estos hechos, una de las cosas más importantes de cuestionarnos es ¿Qué verdadero aporte están siendo estas tradiciones para las futuras generaciones? Porque eso lo es todo, ya que, nadie podrá replicarlas salvo los que vendrán. El rodeo esta por lejos en el último lugar, ya que, representa una simbiosis de la tauromaquia española y que su único rol fue hace 200 años tratar de perpetuar un patrimonio irreal.
Ahora bien, los actuales defensores del rodeo podrán decir que este “deporte” se ha reinventado y que es mas inclusivo y que no pertenece solo a una elite, pero yo creo que para que una tradición se pueda mantener en el tiempo, es preguntarnos si con la realidad actual lo hubiéramos replicado hace cientos de año. ¿Podrían las mujeres haber participado del rodeo antes? ¿Las personas en situación de discapacidad? , ¿Se le hubiera resguardo en algo la salud e integridad del novillo? Yo creo que no es necesario responderlo.
Hoy día las asociaciones de huasos pueden disfrazar de inclusión y de modernidad sus prácticas, pero la realidad es completamente otra, una tradición suscitada en el dolor, la exclusión, lo patriarcal y el maltrato histórico no puede prevalecer en una nación, que efectivamente, es muy distinta de hace 200 años. Algunos hablan de que es lo más histórico y representativo de Chile (que claramente la encuesta dice todo lo contrario) pero si fuera por histórico y lo que más reúne a gente. ¿Por qué no seguir manteniendo los sacrificios humanos en centro América en la guerra de las flores? ¿La persecución de herejes de la iglesia católica y quemas de brujas de la edad media que duraron mucho más de 200 años? ¿Relegar la labor milenaria de la mujer como único pilar del hogar y la crianza de los niños? Estas tradiciones históricas y de torturas cambiaron, porque el pensamiento humano es dinámico y podemos entender el entorno mucho mejor que nuestro antepasados.
Pero, ese entender de nuestro entorno también es debatido, ya que si bien tenemos mayor consciencia, también tenemos mucha indiferencia cuando vemos el dolor y no hacemos nada, ensuciamos y destruimos nuestro planeta y no hacemos nada. Estamos en el punto exacto de mirar hacia atrás y replantearnos nuestra existencia y de encontrar nuestro rol verdadero en esta sociedad, y seguir repitiendo los errores del pasado no tiene ningún sentido.
El rodeo chileno es a todas luce el ejemplo de lo que no puede seguir existiendo y que a pesar de que este respaldado en algunos términos legales no puede ganar la batalla por el respeto a los que sienten dolor ¿O acaso un inquisidor iba a ser llevado ante la justicia por asesinar a una mujer por hereje en la edad media?
Por Pablo Zambra