Sebastian Lelio entiende el cine. Sabe que una película puede ser una herramienta de expresión artística y un producto de consumo masivo. Bajo ambos lentes, «Una Mujer Fantástica» es una película que funciona.
Marina es una joven transexual que vive en Santiago de Chile y que tiene una relación con un hombre mayor, separado y ejecutivo de una empresa textil. Resultado de esto, Marina debe enfrentarse al rechazo diario de la sociedad chilena y lo hace con templanza. Hay una escena de Marina caminando contra el viento en una calle capitalina que grafíca demasiado bien el tema de esta película. Y ahí está la gracia y el talento de Lelio.
La historia y los personajes de esta película son interesantes y atractivos y entregan un final muy satisfactorio. A un nivel superficial, el film entretiene, entrega claramente su mensaje y provoca el diálogo posterior. Y es en ese momento en que los temas que subyacen en la cinta afloran y la genialidad del director queda expuesta: Una Mujer Fantástica es un retrato de una sociedad que pretende verse civilizada pero que solo expulsa odio y segregación. Una Mujer Fantástica es una fábula de fuerza y resistencia. Es una introducción a un mundo desconocido por muchos. Es una historia de amor. Es una comedia. Es un drama. Es una película de terror.
Se puede sentir el cariño y el interés en hacer una buena película. Este es un ejemplo de muy buen cine. Cada detalle está delicadamente construido para transmitir emociones o información; la fotografía y el diseño de producción son sobresalientes en su simpleza. Las actuaciones están increíbles y devastadoras (Ojo con Aline Kuppenheim). La música marca presencia pero nunca distrae. Un balance perfecto. Fantástico. Un excelente guión en manos de un muy bien dotado director.
No pierdan la oportunidad de ver esta grandiosa película en su única función diaria en nuestro cine local.
-Pedro Pizarro Rojas
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